En los últimos días del curso una alumna empezó a dibujar a cada uno de sus compañeros de clase.
Con un simple rotulador negro y en hojas de cuaderno empezó a hacer el retrato de cada uno.
Con trazo seguro y en unos segundos de ejecución captaba no sólo el físico, sino el interior de chicos y chicas.
Y aquí está el resultado.
Simpáticos, graciosos y muy reconocibles en sus rasgos.
En este enlace podéis ver el original y la copia.
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